El amor, ventas, viajes y sueños de dos mochileros bolivianos en sillas de ruedas
Paola y Edgar recorren territorio nacional y otros países vendiendo llaveros.

La Paz, 05 de mayo de 2022 (PR).- Paola Queñaca y Édgar Alave son dos mochileros bolivianos que se conocieron hace dos años, combinan el amor, las ventas de llaveros y sus sueños en una mágica aventura sobre sus sillas de ruedas; Hoy disfrutan del calor de Cobija, la belleza de sus paisajes verdes, Visitaron todo el país y también fueron a Perú y Chile. Para pagar sus viajes venden llaveros.
Para esta singular pareja, Paola Queñaca y Édgar Alave, cada dia es un nuevo desplazamiento y un nuevo aprendizaje del país. Ella nació en Cochabamba y él en La Paz. Pando era el único departamento de Bolivia que les faltaba marcar en su lista de viajes.
Comentan que a futuro sueñan con ir a Brasil o México, mientras tengan para su sustento la venta de llaveros, monederos y otros artículos que les siga dando réditos, en tanto, ellos no descartan un nuevo viaje y con ello una nueva estrategia para que eso suceda sin importar que ambos estén obligados a vivir en una silla de ruedas.
Se conocieron cuando él realizaba una compra de mercadería en Cochabamba. Édgar ya trabajaba como vendedor ambulante. Paola también era comerciante. “Yo tenía mi puesto fijo, esas veces no vendía más que en ese lugar”, cuenta la jóven. De la relación comercial pasaron a una de amistad y así terminaron en otra de complicidad mezclada con amor, ventas, viajes y sueños.
En la actualidad, la pareja reside en un alojamiento de Cobija, donde la mayoría de los huéspedes se dedican al comercio y llegan desde el occidente del país. En el hospedaje las charlas sobre comprar, vender, buscar proveedores y formas de transporte son comunes. En tanto, ellos siguen con su aventura sobre ruedas sin esperar nada del Estado: “El gobierno no te va a dar el apoyo que necesitas, no esperamos nada de ellos, ni siquiera que nos atiendan bien en temas de salud”, enfatiza Paola.
Cada mes se entrega un bono de 250 bolivianos, pero solamente a personas con discapacidad grave o muy grave y eso equivale al 51% del total de registrados. Paola intentó ser parte de los beneficiados. “No me califican como discapacidad grave. A mí no me va a crecer un pie, mi discapacidad empeora con los años por el dolor de columna, la artritis, pero eso no lo ven las autoridades”, reclama la mujer.
Ambos jóvenes resaltan que de los viajes a Santiago (Chile) y Lima (Perú) recuerdan que las calles son mucho más amigables con personas que deben movilizarse en sillas de rueda: “Quisiéramos que las autoridades piensen en eso porque las aceras son muy altas y a la hora de construir una ciudad hay que pensar en todas las personas como nosotros”, enfatizan.
En Bolivia 95.884 personas tienen algún tipo de discapacidad según el Programa de Registro Único Nacional de Personas con Discapacidad y el Instituto Boliviano de la Ceguera; 45% son mujeres, 55% varones.
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