Una boliviana rescata un cultivo ancestral y la reconocen como ‘líder de la ruralidad’
Cuando Trigidia Jiménez empezó a cultivar la cañahua, esta solo era utilizada para autoconsumo en Bolivia, pero hoy es producida por más de 1.500 familias que la comercializan

La ingeniera agrónoma boliviana Trigidia Jiménez, quien combinó saberes científicos y ancestrales en Bolivia para potenciar el cultivo de la cañahua, fue reconocida como una de las “Líderes de la Ruralidad” de las Américas por el Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA).
Jiménez es una mujer quechua que se propuso rescatar un grano de alto valor nutritivo cuyo cultivo fue desarrollado por los pueblos indígenas en tiempos prehispánicos, pero luego fue desplazado por alimentos introducidos en Bolivia.
Cuando ella empezó a cultivar la cañahua, esta solo era utilizada para autoconsumo, pero hoy es producida por más de 1.500 familias que la comercializan.
“La cañahua estaba olvidada por muchos factores. Antes de la conquista era un alimento principal, pero luego fue reemplazado por otros introducidos en nuestro continente y se lo cultivaba a escondidas. Hasta las décadas de 1960 o 1970 no tenía un valor comercial. Cuando nosotros arrancamos, los campesinos solo cultivaban cañahua para autoconsumo, pero yo le dije a mi suegro que íbamos a lograr exportar”, dijo la agricultora.
El premio, denominado “Alma de la Ruralidad”, es parte de una iniciativa del organismo especializado en desarrollo agropecuario y rural para reconocer a hombres y mujeres que dejan huella y hacen la diferencia en el campo del continente americano, región clave para la seguridad alimentaria y nutricional y la sostenibilidad ambiental del planeta.
El Premio Líderes de la Ruralidad otorgado por el IICA es un reconocimiento para quienes cumplen un doble papel irremplazable: ser garantes de la seguridad alimentaria y nutricional y al mismo tiempo guardianes de la biodiversidad del planeta a través de la producción en cualquier circunstancia.
Trigidia se crió en el campo y heredó de su padre la pasión por la agricultura. Desafiando los estereotipos de género, realizó estudios universitarios y trabajó durante años en la ciudad, pero a los 45 años, casada y con cuatro hijos, decidió volver al campo para reencontrarse con sus raíces.
Es una de las impulsoras de la “Red Nacional de Saberes y Conocimientos en Cañahua”, organización que busca darle visibilidad a este cultivo, dada su importancia para la seguridad alimentaria y sus cualidades resilientes al cambio climático.
MRC